El mesotelioma maligno es una forma rara de cáncer causada por la exposición al amianto. La enfermedad ataca al mesotelio, que es una doble capa fina que recubre la membrana que recubre los órganos internos del cuerpo tales como los pulmones, el corazón, el pecho y el abdomen. El mesotelioma que afecta al pecho se llama mesotelioma pleural mientras que el mesotelioma que afecta al abdomen y al corazón se denominan mesotelioma peritoneal y mesotelioma pericardial respectivamente.
Sobre el 75% de los mesoteliomas se conoce que empiezan en el pecho y en los pulmones haciendo que sea la forma más común de la enfermedad, seguida en un 10 o 20% de los casos de mesotelioma el que afecta al abdomen. Una forma rara de mesotelioma es el que se ubica en la túnica vaginal o el testicular que afecta a los órganos reproductivos.
El mesotelioma maligno es casi exclusivamente ocasionado por una exposición al amianto. Las partículas que son inhaladas o ingeridas entran en el sistema respiratorio del paciente y pueden potencialmente crean una agravación y crecimiento en las células cancerígenas de las membranas.
En USA más de 3.000 persona son diagnosticadas con mesotelioma anualmente. Estas personas pueden haber estado expuestas al amianto en su trabajo dado el extenso uso que se le dio como aislante y retardante del fuego. Aquellos que en mayor riesgos de exposición al amianto tuvieron son:
Además las fibras de amianto pueden quedar impregnadas en la ropa de los trabajadores en el cabello, haciendo que sus familias estén en riesgo cuando ellos vuelven a casa del trabajo. Muchos techos, suelos y tuberías están cubiertos con amianto. Una vez esas fibras se rompen y se liberan pueden ser extremadamente tóxicas para cualquiera que se encuentre alrededor.
Los síntomas y signos que normalmente se asocian al mesotelioma son tos, fatiga, dolor en las paredes del pecho, en el costado, en la espalda o en el abdomen, pérdida de peso, acumulación de líquido en el abdomen, limitación en la respiración y esputos de sangre.
Puesto que estos síntomas son similares a otras enfermedades o dolencias menos serias, permanecen ignorados inicialmente hasta que la enfermedad es más seria. Normalmente pasan entre dos o tres meses desde que aparecen los síntomas hasta que se diagnostica el mesotelioma maligno.
El diagnóstico del mesotelioma se lleva a cabo mediante escáneres y biopsias que tienen por finalidad identificar donde se localiza el cáncer y la talla del tumor. Normalmente se utilizan test por imágenes tales como las radiografías, el PET, el CET o la resonancia magnética para diagnosticar la enfermedad. Otros métodos que habitualmente se usan para diagnosticar el cáncer son los análisis de sangres y los test de tejidos y fluidos. El diagnóstico también determinará si el tumor es benigno (no cancerígeno) o maligno (cancerígeno).
Mientras que los tumores benignos son completamente resercables, si no se lleva a cabo una intervención quirúrgica para extirparlos tienen tendencia a convertirse en cancerígenos. Incluso una vez se han extirpado una revisión cada diez años es recomendable como medida de precaución.
Hay tres tipos de mesotelioma maligno: el epitelial que supone entre el 50 y el 70% de los casos de mesotelioma maligno; el sarcomatoide que supone entre el 7 y 20% de los casos de mesotelioma maligno; y los casos de mixto/bifásico que supone entre el 20 y el 35% de los casos.
Por otro lado, los tumors benignos tales como los tumors adenomatoides, que crecen en los órganos reproductores femeninos y masculinos y los tumores císticos, que crecen solo en los órganos reproductores femeninos, son también comunes. Sin embargo no son cancerígenos y pueden ser extirpados con cirugía.
Después de identificar el tumor, el paso siguiente es determinar la fase del cáncer. Se utilizan habitualmente tres sistemas de estadiaje que se usan para determinar si el cáncer se ha expandido, la extensión de ese esparcimiento y si puede ser extirpado con cirugía. Estos sistemas son los que se conocen como el sistema Butchart, el sistema TNM y el sistema Brigham
La fase final es establecer la forma correcta de tratamiento basándose en la localización, tipo y fase del tumor, así como la edad del paciente, su peso y su estado de salud. Normalmente los tratamientos del mesotelioma maligno incluyen la quimioterapia, la radiación y la cirugía. La quimioterapia supone usar fármacos para destruir las células cancerígenas. También se puede usar para mejorar los resultados de la radioterapia o para destruir las células cancerígenas que se reproducen. Por otro lado la radiación se usa para frenar el crecimiento y esparcimiento de las células cancerígenas.
Algunos de los mesoteliomas malignos pueden ser tratados con cirugía. La cirugía paliativa es una opción para reducir el dolor o eliminar el líquido pleural. Otra opción más compleja que la curativa es lo que se conoce como neumonectomía extrapleural que supone una compleja reconstrucción que afecta las células del mesotelio con proséticos.
El mesotelioma maligno puede ser tratado; el tratamiento puede reducir el dolor, frenar el crecimiento del cáncer, y mejorar significativamente la calidad de vida de los pacientes y prolongar la esperanza de vida. Sin embargo el mesotelioma maligno no tiene una cura total y suele presentar recidiva
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