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El cncer se trata en los juzgados

17 Marzo 2016

Se han tirado toda la vida entre polvos de madera, disolventes, paneles de amianto, gases de soldadura y ahora, ya jubilados, muchos de ellos no salen de los despachos de sus abogados y los juzgados. Allí tienen que combatir duro frente a mutuas y empresas, recurso tras recurso, primero en Donostia, luego en Bilbao y algunos hasta en Madrid, ante el Tribunal Supremo. Primero necesitan que se les reconozca la enfermedad profesional; luego han de litigar para exigir daños y perjuicios a las compañías que no velaron por su seguridad en el trabajo; y, finalmente, para obtener un recargo en la prestación por jubilación. Y entre tanto, no pueden ni subir escaleras o se tienen que parar cada pocos minutos para coger oxígeno.

Así es la lucha contra las enfermedades profesionales de gravedad como el cáncer de pulmón, uno de los de mayor incidencia en la CAV, que afecta en Gipuzkoa a varios centenares de extrabajadores del metal y la construcción que un día se vieron sorprendidos por el infortunio.

Habían estado más de 20 años gestando un tumor maligno en su puesto de trabajo y este les sorprendió cuando ya solo pensaban en disfrutar de su jubilación y sus nietos. 

Cuatro hombres, seis pulmones

Los cuatro protagonistas de esta historia -dos han sufrido extirpación de pulmón- suman ya diez juicios en los que han tenido que hablar de su enfermedad. Félix Casado (Lazkao, 66 años) va por el quinto juicio y cree que le quedará “alguno más porque supongo que la mutua recurrirá”. Primero litigó por el reconocimiento de enfermedad profesional. Luego, por la reclamación de daños y perjuicios a su empresa; y, finalmente, para mejorar su pensión por recargo de prestaciones. Sigue en ello.

Lleva en juicios desde noviembre de 2012: más de tres años. Es un peleón y ha conseguido ayudas para reformar su baño, para instalar un subeescaleras en casa y para una scooter eléctrica. Le extirparon el pulmón derecho y parte del pericardio y aunque se tiene que “parar cada dos por tres para coger aire”, está cargado de energía y anima a quienes sufran esta situación a denunciar su caso. Muchos no lo hacen, superados por los acontecimientos. Hundidos. “El 90% de los casos se están ganando”, recuerda Casado.

mejorar la pensión José Robles (Hernani, 62 años), por su parte, ha vivido tres juicios y ha tenido que ser el Tribunal Supremo quien zanjara su caso después de que la mutua recurriera las dos primeras sentencias favorables al trabajador, primero en Donostia y luego en Bilbao, ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV). Logró un recargo de prestaciones que elevó su pensión hasta los 2.400 euros. “Ya que tenemos que vivir con esto, al menos que podamos hacerlo en las mejores condiciones posibles”, asegura esta víctima de asma por inhalación de gases de soldadura.

El menos optimista de los cuatro es Eugenio Ibarra (71 años, Martutene). Ha pasado por dos juicios para que se le reconociera y compensara el origen profesional de su asbestosis de pulmón, pero no quiere continuar la batalla judicial. Su enfermedad le ha pasado factura. “Hoy te crees que vas a subir 20 escaleras y subes 10 y agarrándote a la barandilla”, lamenta. También trabajó en una fundición, al pie de la cuchara y el caldo, con amianto; un día sí y otro también, durante 25 años.

En desventaja con sus compañeros, Felipe Cuñado (Zumarraga, 62 años) es una de las muchas personas que no ha podido reclamar a la empresa para la que trabajó 30 años, una fundición ya desaparecida. Su única opción era “litigar contra el Estado...”. Silencio. 

Reconocimiento Felipe tiene grabado en su mente un “2 de septiembre en una visita de rutina al neumólogo”, cuando escuchó al médico que la placa mostraba un cáncer y había que “quitarlo ya”. Le extirparon medio pulmón “y año y medio después, por suerte, sigo aquí”, afirma entre aliviado y enfadado. También trabajó con amianto y para más desgracia, era delegado sindical de prevención. “Nos ocultaban que provocaba cáncer”, lamenta.

Para gente como él, que no tiene a quién reclamar, la asociación Gipuzkoana de Pensionistas y Jubilados (GEPE) exigió ayer en Donostia la creación de un fondo de compensación estatal, una herramienta como ya existe en algunos países europeos -Francia, entre ellos-, y que permitiría canalizar todas las enfermedades laborales “de forma organizada y pactada con las autoridades sanitarias”. Ello les permitiría cobrar una indemnización, recuerda Antton Karrera, portavoz de GEPE.

Desde el colectivo de pensionistas GEPE, su presidente, Juan Mari Tomasena, recordó que estas enfermedades condicionan la vida de muchas personas en el CAV. “Muchas enfermedades se manifiestan muchos años después de estar jubilado y la lucha contra ellas no termina con la jubilación; hay que combatirlas toda la vida”, concluyó.

Fuente: www.noticiasdegipuzkoa.com

http://www.noticiasdegipuzkoa.com/2016/02/19/sociedad/el-cancer-se-trata-en-los-juzgados

 


 

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